Lo que no viste de la Final de la UEFA Champions League 2025
Más allá del contundente 5-0, esta final escondió detalles tácticos, movimientos invisibles y patrones de juego que explican cómo se construyen las grandes victorias.
Múnich, 31 de mayo de 2025. El estadio vibraba con una tensión que anticipaba una final cerrada entre dos gigantes europeos. Pero el resultado final, un imponente 5-0 a favor del Paris Saint-Germain frente al Inter de Milán, desbordó todas las predicciones. Más allá del marcador, esta final de fue una clase de ocupación de espacios, presión estructurada y toma de decisiones. Aquí no venimos a repetir lo que todos vieron: venimos a analizar lo que muchos no vieron.
Una goleada que empezó mucho antes del primer gol
En el fútbol, los goles son titulares. Pero en esta final, el partido se resolvía mucho antes de que el balón cruzara la línea. Bastaba con observar cómo se movían los equipos, qué pasaba cuando tenían el balón… y qué tan cerca estaban realmente del arco.
El tablero general del partido —una radiografía táctica de 90 minutos— es más que un resumen: es una historia visual. A la izquierda, el PSG traza una red de pases sólida, con líneas que conectan mediocampistas, defensores y delanteros con precisión. Todo fluye, nada sobra. A la derecha, el Inter aparece deshilachado: más toques entre centrales, pocos enlaces hacia adelante, y un juego contenido en su propio campo.
Esa diferencia se amplifica cuando bajamos la vista hacia los pases progresivos y las conducciones. El PSG acumuló 48 pases que rompieron líneas y 26 conducciones que avanzaron significativamente. El Inter, apenas 32 y 9. Eso no es solo estadística: son señales de quién quiso atacar y quién intentó resistir.
La historia frente al arco también es contundente. El gráfico de tiros muestra que el PSG remató mucho, y bien. No solo por la cantidad: los disparos fueron desde zonas peligrosas, con intención y volumen. El xG (expected goals) lo confirma: 3.0 a 0.3. El Inter, pese a su historia y su jerarquía, apenas inquietó.
Pero hay una imagen que resume todo: el gráfico de “momentum”. Cada barra azul representa un momento donde el PSG generó peligro sostenido. Las barras naranjas del Inter aparecen de forma aislada, tímida, casi decorativa. Durante más de una hora de juego, el dominio fue total, constante. No hubo reacción, ni siquiera una ilusión de equilibrio.
La goleada final no fue un golpe de suerte. Fue una consecuencia. Y todo estaba anunciado desde el primer pase.
Dominar sin balón: PSG y la guerra de los espacios
El PSG no solo ganó en el marcador. Ganó en el césped, metro a metro. A veces el fútbol no se explica con goles, sino con lugares: dónde se juega, quién decide en qué zona se mueve la pelota, y desde dónde se construye el peligro.
Los mapas del partido, como los que se ven en este panel, nos muestran que el PSG jugó en casa, incluso estando en Múnich.
Arriba a la izquierda, el gráfico de entradas al último tercio parece una red de autopistas. El PSG entró 47 veces a esa zona clave, muchas de ellas por conducción directa. Y lo más impactante: 18 de esas acciones terminaron dentro del área rival. El Inter, en cambio, apenas logró 2 entradas claras al área. Sus caminos se perdían antes de llegar al destino.
Pero lo realmente ilustrativo está al centro del tablero. El mapa de zonas dominadas es como un termómetro del control territorial. Los cuadrantes teñidos de celeste muestran que el PSG no solo tuvo la pelota, sino que mandó en las zonas que más importan: la mitad de la cancha rival y los carriles de entrada al área. El Inter apenas logró conservar algunos sectores de su propio campo. Su partido fue una constante retirada.
La “Zona 14”, esa franja invisible frente al área desde donde nacen las jugadas más peligrosas, también fue territorio parisino. El hexágono con el número 12 y el color azul claro (abajo a la izquierda) lo confirma: PSG completó más pases en esa área vital, con más continuidad y menos oposición. Desde ahí se lanzaron centros, se combinaron paredes y se activaron remates.
Incluso el gráfico de zonas de creación muestra dos mundos distintos: el PSG generó acciones en varios sectores ofensivos, especialmente por el flanco derecho, mientras que Inter solo logró algunos intentos tímidos desde la izquierda. Una diferencia visual tan clara como la del marcador.
Esta parte del partido rara vez sale en el resumen de televisión. Pero si uno mira el campo como un tablero de ajedrez, está claro quién jugó con blancas… y quién nunca movió sus piezas.
Los protagonistas invisibles: más allá de los goles
En una final así, es fácil mirar a los goleadores. Pero detrás de cada remate hubo un pase, un desmarque, una lectura de espacio. Y en este partido, el PSG tuvo varios intérpretes que no solo ejecutaron bien, sino que pensaron más rápido.
El gráfico de los 10 jugadores más influyentes en secuencias de disparo es revelador. En la cima aparece Désiré Doué, un nombre que quizá no estaba en todas las portadas antes del partido. Participó en 4 secuencias que terminaron en remate, incluyendo una asistencia. Justo detrás, Ousmane Dembélé, imparable por banda derecha, combinó pases, conducciones y desequilibrio con una naturalidad abrumadora.
A la izquierda del tablero, el mapa de pases de Dembélé parece un sistema de metro. Líneas que cruzan el mediocampo, conexiones interiores, asistencias. Fue el jugador más progresivo del partido. A su lado, el mapa de pases que recibió muestra cómo fue constantemente buscado, especialmente en zonas donde podía girar y encarar. No solo jugó bien: jugó donde hacía daño.
En defensa, Marquinhos dio una lección de control. En el gráfico inferior central, su nombre encabeza la lista de los defensores más efectivos: despejes, bloqueos, intercepciones. Mientras Inter trataba de entrar, él ya estaba cerrando puertas.
Y desde el fondo, Donnarumma no solo atajó. Si miramos su mapa de distribución, veremos que fue un lanzador más. Balones largos precisos, apertura a los laterales y control en la salida. Sommer, del lado contrario, se ve forzado a lanzar en largo, sin dirección clara. Dos formas muy distintas de empezar el juego… con resultados muy distintos.
Este partido no lo ganó una estrella solitaria. Lo ganó un colectivo afinado, donde cada pase tenía intención y cada jugador entendía su rol. En los gráficos, eso se ve mejor que en cualquier resumen de highlights.
Los arquitectos parisinos
En una final donde todo funcionó a la perfección, hubo tres nombres que marcaron el ritmo, diseñaron los ataques y dominaron el juego como si hubieran escrito el guion.
Désiré Doué, Ousmane Dembélé y Vitinha
Désiré Doué: el impacto en cada toque
Con solo 20 años (19 mientras que jugaba la final), Doué fue la figura de la final: 2 goles, 1 asistencia y una participación directa en todo lo que generó peligro el PSG. En apenas 40 toques, mostró una eficiencia brutal: 3 pases clave, 12 pases en el último tercio y movimientos constantes entre líneas.
Apareció donde más duele: en la frontal del área y dentro de ella. Su mapa de calor refleja su presencia agresiva por derecha y el carril central, mientras que sus conducciones y pases progresivos rompieron la defensa del Inter sin exceso de toques. También sumó acciones defensivas clave.
Ousmane Dembélé: el desequilibrio constante
El desequilibrio puro, pero con intención. Su actuación fue una mezcla de vértigo y precisión: 2 asistencias, 9 pases progresivos, 13 conducciones (2 dentro del área) y una constante amenaza por el sector derecho.
Recibió 46 veces el balón, muchas en zonas adelantadas, y siempre con la portería entre ceja y ceja. Su mapa de calor refleja una influencia directa en el último tercio, donde su capacidad para romper líneas creó ventajas sin parar.
Vitinha: el amo del medio campo
Fue el eje sobre el que giró todo el PSG. Con 89 toques y una actividad repartida en prácticamente todo el campo (58.9% del terreno cubierto), combinó cantidad con calidad: 71 pases completados, 7 progresivos, 3 clave y 1 asistencia.
No solo distribuyó, también condujo (17 carries, 7 progresivos), avanzó metros y ofreció siempre una salida limpia. Su mapa de calor lo muestra omnipresente, siempre conectado, siempre disponible. Fue quien marcó el ritmo, alternando pausa y aceleración según lo exigía cada fase del juego.
Conclusión: ver lo que el marcador no dice
El 5-0 quedó en los titulares, pero el verdadero partido se jugó en los detalles. Y ahí es donde el fútbol analytics marca la diferencia.
Gracias a los datos entendemos que Doué, Dembélé y Vitinha no solo brillaron: controlaron, rompieron y ordenaron el juego desde adentro. Mapas, zonas y secuencias nos muestran lo que muchas veces escapa al ojo.
El análisis no quita emoción al fútbol. Le da profundidad. Nos permite ver no solo quién ganó, sino cómo se construyó esa victoria.