Mbappé en LaLiga 2024/25: Anatomía de la Bota de Oro Europea
Análisis visual y estadístico del primer año de Mbappé en LaLiga con el Real Madrid: rendimiento, influencia y la conquista de la Bota de Oro.
Un inicio de perfil bajo, un final de gigante.
Mbappé aterrizó en Madrid rodeado de expectativas, pero comenzó su campaña con pasos cautelosos. Lo que parecía un período de adaptación se transformó, con el tiempo, en una explosión de impacto individual. Este artículo recorre en detalle su primera temporada en LaLiga 2024/25: desde sus goles y asistencias hasta sus zonas de influencia y los aspectos que aún puede mejorar.
A través de visualizaciones de datos avanzadas y mapas tácticos, exploramos cómo Kylian Mbappé terminó consolidándose como el máximo goleador del campeonato, y por qué su rendimiento lo hizo merecedor de la Bota de Oro europea.
Evolución goleadora: El punto de quiebre
Mbappé empezó su primera temporada en LaLiga con calma. Durante los primeros meses, su impacto fue discreto: se le veía adaptándose, con partidos correctos, pero sin brillar del todo. Sin embargo, todo cambió en enero.
Tras una dura derrota contra el Athletic Club de Bilbao, Mbappé fue claro en rueda de prensa:
“Toqué fondo en el partido contra Bilbao; supe que debía dejarlo todo con esta camiseta.”
A partir de ahí, comenzó su transformación.
El gráfico muestra cómo fueron aumentando sus goles con el paso de las fechas. Al principio, marcaba menos de lo esperado, pero luego superó todas las proyecciones. Terminó la temporada con 31 goles en liga, superando con creces dos referencias clave:
xG (goles esperados): estima la probabilidad de que un disparo termine en gol según su posición, ángulo, parte del cuerpo, etc.
xGOT (goles esperados al arco): va un paso más allá; considera si el disparo fue al arco y qué tan difícil era para el arquero atajarlo.
Que Mbappé haya superado ambas métricas significa que no solo generó muchas ocasiones, sino que las resolvió con una calidad superior al promedio.
La línea punteada en el gráfico marca ese momento clave: después del partido contra Bilbao, el ritmo cambió. No fue casualidad. Fue una respuesta.
Un depredador del gol: así cazó Mbappé en LaLiga
Mbappé no solo marcó muchos goles: los cazó. Su capacidad para encontrar espacios, anticipar movimientos y decidir con frialdad lo convirtieron en un auténtico depredador del área. No necesitaba muchos toques, solo una oportunidad. Y cuando la tenía, rara vez fallaba.
Los mapas de disparos muestran cómo eligió sus zonas de ataque. La mayoría de sus remates partieron desde el costado izquierdo del área, su zona favorita para perfilarse y disparar con la derecha. Desde allí conectaba con velocidad y precisión, a menudo sin siquiera mirar al arco, confiando en su instinto.
El primer gráfico (disparos totales) deja claro que no se limitó al centro del área. También lo intentó desde fuera y desde ángulos difíciles, pero sus goles más frecuentes llegaron tras desmarques cortos, aprovechando errores mínimos de las defensas.
El segundo gráfico (disparos al arco) refuerza su eficacia: no solo remató mucho, sino que obligó al arquero a intervenir en la mayoría de sus intentos. Cuando apuntaba, lo hacía con intención real de marcar. Y cuando el balón iba al arco, las probabilidades eran altas de que terminara en gol.
Mbappé demostró que no necesita dominar un partido entero para cambiarlo. Le bastan unos metros, medio segundo y una mínima distracción rival. Como los grandes depredadores: no avisa, solo ataca.
Romper líneas: el Mbappé que acelera y desborda
No todo en el juego de Mbappé son disparos y goles. Hay una parte crucial de su impacto que no siempre aparece en las estadísticas más populares: su capacidad para avanzar con el balón y desarmar defensas en carrera.
El gráfico de conducciones y regates muestra cómo utilizó su velocidad, lectura del juego y técnica para progresar desde campo medio hasta zonas de ataque. Las flechas representan sus conducciones; algunas terminan en disparos, otras incluso en goles, mientras que los puntos amarillos marcan sus intentos de regate.
Lo más llamativo es su constancia en el uno contra uno. Mbappé no se escondía: cuando recibía en banda o en el vértice del área, encaraba. Muchas de esas jugadas no terminaban en gol, pero sí rompían líneas, arrastraban marcas y abrían espacios. Eso también es crear peligro.
Además, sus conducciones progresivas fueron claves para conectar con los mediocampistas y lanzar ataques rápidos. No era un jugador aislado esperando el pase perfecto: también construía desde atrás, con el balón en los pies.
Esta versión de Mbappé, más asociativa, más agresiva, demuestra que su valor va más allá de lo que sucede dentro del área. Muchas veces, fue él mismo quien llevó el balón hasta allí.
Entre el pase y el desmarque: Mbappé también jugó para el equipo
Si Mbappé fue el depredador del área, también fue el conector de muchas jugadas. El doble gráfico de esta sección revela cómo participó activamente tanto en la creación como en la recepción de pases clave, rompiendo el estereotipo del delantero que solo espera el balón.
En el primer gráfico se observan los pases que dio. Las líneas amarillas marcan asistencias de gol, mientras que las celestes muestran pases progresivos, esos que empujan al equipo hacia adelante. La mayoría salen desde el último tercio ofensivo, especialmente desde la izquierda, su zona natural. Esto demuestra que, además de rematar, Mbappé ayudó a construir el peligro.
El segundo gráfico muestra los pases que recibió. Aquí vemos cómo se movió entre líneas: muchos de sus toques llegaron en el vértice del área o entrando en diagonal, justo donde podía girar y acelerar. También recibió varios pases clave, lo que indica que era un objetivo constante en el armado ofensivo.
Su movilidad y capacidad para aparecer en los espacios correctos lo convirtieron en una doble amenaza: tanto para recibir como para asistir.
Donde todo sucede: las zonas de Mbappé en el campo
Más allá de los goles y las asistencias, hay algo que no siempre se mide con números: la presencia constante en el juego. El mapa de calor de Mbappé en LaLiga 2024/25 nos muestra justo eso: su influencia táctica a lo largo del campo.
La mayor concentración se ubica en el carril izquierdo del último tercio ofensivo, donde arrancaba para encarar o disparar. Desde ahí fue imparable: recibió, tocó, giró, y muchas veces terminó la jugada.
Pero el mapa también revela otro detalle: Mbappé no se limitó al área. Se dejó ver en zonas más retrasadas para apoyar la salida del equipo, intercambió posiciones y bajó a recibir cuando la defensa rival lo cerraba. Fue una presencia constante, viva y activa.
El calor de su temporada no solo está en los goles. Está en cada metro que pisó, en cada espacio que abrió, y en la sensación de que, donde estaba Mbappé, algo podía pasar.
El reto pendiente de Mbappé
Mbappé tuvo una temporada extraordinaria con el Real Madrid. Pero incluso en los mejores, hay margen de mejora. Su desempeño defensivo, reflejado en el gráfico de acciones sin balón, deja ver un área donde su impacto fue más limitado.
El mapa muestra sus intervenciones defensivas: recuperaciones, intercepciones, duelos aéreos, entradas y faltas. Lo primero que salta a la vista es la baja densidad de acciones en campo propio o en fase de presión alta. No es sorprendente: su rol fue casi siempre ofensivo, y el equipo priorizó su frescura para atacar.
Pero en comparación con otros extremos modernos que también presionan y recuperan, Mbappé aún puede dar más sin balón. Sus intervenciones fueron esporádicas y, en su mayoría, lejos de zonas críticas.
Esto no implica falta de compromiso, sino que su despliegue defensivo no fue constante. Y en un equipo como el Madrid, donde el esfuerzo colectivo es clave, ese aspecto puede marcar la diferencia en los partidos grandes.
Temporada dorada, pero con espacio para más
Mbappé llegó al Real Madrid con presión, expectativa y una vitrina por llenar. LaLiga 2024/25 fue su carta de presentación, y no decepcionó: 31 goles, influencia constante y la capacidad de definir partidos con apenas un destello.
Pero este análisis muestra algo más: Mbappé fue mucho más que goles. Condujo, asistió, rompió líneas y se convirtió en el eje del ataque blanco. En muchas jugadas, fue inicio y final.
Y aun así, su margen de mejora sigue vivo. En defensa, su impacto fue menor. Su juego sin balón aún puede crecer. Y eso es, en el fondo, lo más prometedor: que incluso tras una temporada digna de la Bota de Oro, todavía hay un Mbappé más completo por descubrir.
Puede ser solo el comienzo de algo aún más grande.